La posibilidad de escribir y tocar con formaciones, ya sean sean sinfónicas o de cámara, me abre un mudo diferente de posibilidades. Entrar en la orquesta sinfónica me obliga a dialogar con su historia, incorporándola a la mía propia, cruzando lenguajes, tiempos y razones.
Los grupos o ensambles de cámara distintos a los tradicionales del tango, hacen aparecer las mismas voces con otro acento, otra personalidad y por ende con un nueva perspectiva.